En el mes de febrero y durante 9 días, en la Quebrada de Humahuaca, en la provincia argentina de Jujuy, se vive un clima de alegría, música y fuertes colores.
Durante esa época del año, ese lugar -declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, en la categoría de Paisaje Cultural en julio de 2003- donde las montañas cambian de tonalidad según el momento del día y las casas de adobe delinean calles estrechas se viste de carnaval.
Se trata de la principal festividad del norte, para los nativos y también para los turistas curiosos. Una manifestación cultural milenaria, excéntrica y popular, altamente participativa ya que todos pueden vivir esa fiesta sin excepción.
Durante esos días, en las calles invade el festejo. Con disfraces multicolores y enormes máscaras, se juega con agua, harina e incluso con pintura, mientras que las mujeres adornan sus cabellos con ramitos de albahaca considerada afrodisíaca y aconsejable para el amor.
En las regiones de la Puna y de la Quebrada de Humahuaca, el carnaval es simbolizado con un muñeco con forma de diablo que se desentierra de una apacheta ( montículo de tierra). En ese sitio se colocan las ofrendas realizadas a la Pachamama, representante de la madre tierra. Se dice que fue ese diablo el que fecundó a la Pachamama dando origen a las semillas, raíces, troncos, follajes y frutos de la región. Los trajes multicolores y las máscaras con los típicos cuernos personifican al diablo y no dejan conocer quién es quién, al menos durante el tiempo que duren los festejos. Por ello es un momento propicio para la deshinibición y la diversión.
Con el Cerro de los Siete Colores a lo lejos, durante el desentierro, los celebrantes brindan, forman comparsas y bailan recorriendo las calles al compás de charangos, quenas y erkes ( instrumento de viento de origen quechua que mide de 3 a 5 metros), entre otros instrumentos autóctonos. No faltan las comidas típicas de la región: empanadas, comidas con cordero o queso de cabra acompañadas de abundante chicha: una bebida alcohólica preparada a base de maíz o maní.
Cuando el carnaval finaliza, entrada la tardecita, algunos pocos suben al cerro y se vuelve a enterrar al diablo a quien se le ofrenda hojas de coca, cigarrillos y alcohol. Entonces, habrá que esperar hasta el próximo año ya que volverán los enmascarados, la chicha y la música para quebrar el silencio y la paz de la Quebrada de Humahuanca, un maravilloso lugar del norte argentino.
Por S.D.G.
Se trata de la principal festividad del norte, para los nativos y también para los turistas curiosos. Una manifestación cultural milenaria, excéntrica y popular, altamente participativa ya que todos pueden vivir esa fiesta sin excepción.
Durante esos días, en las calles invade el festejo. Con disfraces multicolores y enormes máscaras, se juega con agua, harina e incluso con pintura, mientras que las mujeres adornan sus cabellos con ramitos de albahaca considerada afrodisíaca y aconsejable para el amor.
En las regiones de la Puna y de la Quebrada de Humahuaca, el carnaval es simbolizado con un muñeco con forma de diablo que se desentierra de una apacheta ( montículo de tierra). En ese sitio se colocan las ofrendas realizadas a la Pachamama, representante de la madre tierra. Se dice que fue ese diablo el que fecundó a la Pachamama dando origen a las semillas, raíces, troncos, follajes y frutos de la región. Los trajes multicolores y las máscaras con los típicos cuernos personifican al diablo y no dejan conocer quién es quién, al menos durante el tiempo que duren los festejos. Por ello es un momento propicio para la deshinibición y la diversión.
Con el Cerro de los Siete Colores a lo lejos, durante el desentierro, los celebrantes brindan, forman comparsas y bailan recorriendo las calles al compás de charangos, quenas y erkes ( instrumento de viento de origen quechua que mide de 3 a 5 metros), entre otros instrumentos autóctonos. No faltan las comidas típicas de la región: empanadas, comidas con cordero o queso de cabra acompañadas de abundante chicha: una bebida alcohólica preparada a base de maíz o maní.
Cuando el carnaval finaliza, entrada la tardecita, algunos pocos suben al cerro y se vuelve a enterrar al diablo a quien se le ofrenda hojas de coca, cigarrillos y alcohol. Entonces, habrá que esperar hasta el próximo año ya que volverán los enmascarados, la chicha y la música para quebrar el silencio y la paz de la Quebrada de Humahuanca, un maravilloso lugar del norte argentino.
Por S.D.G.
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